"Un estado en el que coexisten la libertad y la esclavitud no puede perdurar."
- Abraham Lincoln -
Esta es la segunda entrega, de tres, del repaso introductorio a la historia política de Estados Unidos bajo el titulo de la Paradoja Norteamericana. En el artículo anterior, abordamos cual fue la evolución de los diferentes partidos que, en contra del deseo inicial de los Padres Fundadores, se fundaron por parte de esos mismos Padres Fundadores, hasta el periodo conocido popularmente como la "Democracia Jacksoniana" (que a nuestro juicio, como expusimos, no era tal democracia) y la fundación del Partido Demócrata que hoy conocemos. En el tercer y último artículo lo que haremos será abordar la cuestión durante las últimas décadas del siglo XX y primeras del siglo XXI.
¿Qué queda por lo tanto para este segundo artículo? Bien, un periodo del entorno de 100 años, se dice pronto. Pero la labor es mucho más sencilla de lo que parece en un primer momento, pues esta etapa, como veremos, goza de una importante estabilidad en la configuración de los partidos, desde Lincoln hasta la etapa Kennedy/Nixon ya bien entrado el siglo XX. Ademáas, hay que tener en cuenta que se trata de un artículo meramente introductorio y divulgativo, no de un estudio en profundidad.
Acabamos el artículo inicial diciendo que tras la victoria y las transformaciones de Andrew Jackson, el Partido Demócrata controlará la política norteamericana hasta 1860, y así es. Eso no significa que no haya otros partidos que ocupen puestos en el parlamento o incluso que ocupen la Casa Blanca unos años. Lo que quiere decir, más que nada, es que ninguno fue capaz de representar una alternativa real y estable a los demócratas. El Partido Nacional-Republicano de John Quincy Adams se presentó dos veces a las elecciones (en 1828 y en 1832) bajo los liderazgos de Quincy Adams y de Henry Clay, sufriendo en ambos casos clamorosas derrotas frente al candidato demócrata, Andrew Jackson. Después se unifico con los líderes antimasónicos formando el Partido Whig, inicialmente bajo la idea de servir de plataforma de oposición a Jackson y llegando a ocupar la Casa Blanca durante 8 años con 4 presidentes (entre 1841 y 1845 primero y entre 1849 y 1853 después).
No obstante, el Partido Whig, especialmente tras el fin de la Era Jackson y con la Guerra entre Estados Unidos y México (1846-1848), fue incapaz de mostrarse unido debido a la multitud de sensibilidades en su seno que habían unido sus fuerzas solamente con el fin de oponerse a Andrew Jackson.
Así será como de sus cenizas, en el año 1853 surja un nuevo partido político que junto con los demócratas ha marcado el devenir político de los Estados Unidos desde entonces. Se trata del Partido Republicano. Entre sus fundadores se encontraba un joven congresista de Illinois llamado Abraham Lincoln, que marcaría para siempre un antes y un después en la política norteamericana (similar al que habían marcado anteriormente Thomas Jefferson y Andrew Jackson y al que marcarán con posterioridad F.D. Roosevelt, J.F. Kennedy y Ronald Reagan).
El Partido Republicano se funda sobre todo por personas que, fundamentalmente, habían sido miembros del Partido Whig (como el propio Lincoln) pero también por demócratas descontentos y miembros de grupos minoritarios o políticos independientes. Todos ellos confluían alrededor de 3 postulados muy claros:
1) Eran defensores a ultranza del llamado abolicionismo, es decir que pertenecían al movimiento social y político contrario al mantenimiento de la esclavitud.
2) Defendían una política económica proteccionista, de fomento de la industria nacional y contraria a las importaciones de productos desde el extranjero.
3) Abogaban también por la política de "mejoras federales", esto es, defendían un papel activo del Gobierno Federal en la economía nacional, fundamentalmente a través de una fuerte inversión en infraestructuras.
Eran, por decirlo en una palabra, profundamente hamiltonianos, tal cual vimos que era el planteamiento de Alexander Hamilton y el Partido Federalista (ver artículo anterior). Esto puede chocar a aquellos que observen al Partido Republicano actual, mucho más jeffersoniano que hamiltoniano. Es, sin la menor sombra de dudas, una de las grandes paradojas de la política norteamericana.
En 186o, y frente a unos demócratas divididos presentando a dos candidatos (Stephen Douglas en el norte y John Breckinridge en el sur), Abraham Lincoln se convertiría en Decimosexto Presidente de los Estados Unidos y en el primer presidente salido de las filas del Partido Republicano. La presidencia de Lincoln es fruto de frecuentes divergencias de opinión entre sus partidarios, que le consideran el salvador de la Unión, y sus críticos, que consideran que vulneró los principios fundamentales sobre los que se asentaba la Fundación de los Estados Unidos y su Constitución.
Basta decir, como único hecho cierto y no discutido, que la presidencia de Lincoln, que duró entre 1861 y 1865 al ser asesinado inmediatamente después de su reelección, fue profundamente transformadora. Con Lincoln se produjo la supresión de la esclavitud; una Guerra Civil (1861-1865) que cambió las bases sobre las que se organizaba la relación entre Gobierno Federal y Estados; una transformación sobre el sistema de partidos que con variaciones continúa hasta ahora; y una mayor implicación del Gobierno Federal en la vida económica de la Nación. Partidarios y detractores pueden discutir sobre la bondad o maldad de todos estos cambios, lo que es indudable es que supusieron una transformación total del país.
Con la Guerra Civil, se produce una consolidación de los partidos políticos en torno a dos ejes fundamentales. El Partido Republicano controlará el norte del país apoyado por la clase industrial y por los desfavorecidos del sur, generalmente negros liberados de la esclavitud pero sometidos a toda clase de penurias. El Partido Demócrata dominará el sur, apoyándose en los propietarios agrícolas y los obreros de la industria norteña. Raro será el momento entre 1860 y 1960 en que un candidato republicano obtenga apoyo electoral en el sur o un candidato demócrata lo obtenga en el norte. La Guerra Civil se habrá superado, pero el rencor norteño hacia los demócratas será muy importante al percibir su papel como de traidores a la Unión (en muchos casos se habían posicionado a favor de la esclavitud y de la Confederación), mientras que en el sur la desconfianza hacia los republicanos era si cabe aún mayor al responsabilizarles de acabar con los medios económicos sureños (la esclavitud y el peso total de la agricultura, fundamentalmente del algodón).
Los republicanos en este sentido tendrán una gran ventaja respecto a los demócratas, ya que el norte estará considerablemente más poblado que el sur. Para que nos hagamos a una idea: entre 1861 y 1913, los demócratas solamente ocuparán la Casa Blanca en dos ocasiones y solamente durante mandatos de 4 años (Grover Cleveland entre 1885 y 1889; y nuevamente Cleveland entre 1893 y 1897; siendo el único Presidente de la historia con dos mandatos no consecutivos). Si lo que analizamos son los años siguientes, el balance tampoco es demasiado afortunado para los demócratas: de 1913 a 1921 presidirá Woodrow Wilson y luego los demócratas tendrán que esperar hasta 1933 que llegará a la Casa Blanca otro de los grandes transformadores, Franklin Delano Roosevelt.
Roosevelt cuenta en su haber con ser el único presidente que ha ganado 4 elecciones (1932, 1936, 1940 y 1944) y habiendo ocupado la Casa Blanca durante 12 años (entre 1933 y 1945, año en que falleció, siendo sustituido por el vicepresidente Truman). Su New Deal marcará (como la Presidencia de Lincoln) un antes y un después, tanto a ojos de los críticos (que lo consideraron un programa de corte socialista) como de sus partidarios (que vieron en las medidas, y en la participación norteamericana en la II Guerra Mundial, la solución a la Crisis derivada de los sucesos de 1929 y a la Gran Depresión, aunque sin demasiado fundamento como bien ha demostrado la Escuela Austriaca de Economía).
Tras la experiencia Roosevelt, los norteamericanos temiendo la posible eternización del presidente en su cargo, decidieron aprobar en 1947 la Vigesimosegunda Enmienda, que prohibe que un presidente sea elegido para más de dos mandatos (en el caso de presidentes interinos, se permite que se presenten hasta en dos ocasiones siempre que sustituyesen al presidente anterior durante menos de 2 años, es decir que podrían llegar a estar hasta 10 años en el cargo).
Con Roosevelt, el sistema de partidos norteamericano sigue siendo el mismo, pero los demócratas comenzarán a adquirir una mayor credibilidad en el norte del país, lo que les hará más fácil su acceso al cargo de Presidente de los Estados Unidos, de tal modo que su sucesor, Harry Truman, será presidente entre 1945 y 1953, mientras que el republicano (y héroe de la II Guerra Mundial, responsable del famoso desembarco de Normandía), el general Dwight David Eisenhower, lo será entre 1953 y 1961.
No obstante, el gran cambio vendrá a partir de 1960 y lo protagonizarán dos personas inconfundibles: el político demócrata John Fitzgerald Kennedy y el republicano Richard Nixon; que se enfrentaran en las elecciones que tendrían lugar el día 8 de Noviembre de 1960. No obstante, las implicaciones de todo este proceso que se desencadena con Kennedy y Nixon, será objeto de análisis del último artículo de la serie.
Ahora debemos ir recapitulando y sacando unas conclusiones de un periodo de 100 años de Estados Unidos (entre 1860 y 1960). Con la fundación del Partido Republicano en 1953 (y sobre todo con la llegada de Lincoln al poder en 1860) se inicia una doble paradoja política en Estados Unidos que será una constante durante todo el periodo:
Por un lado, la nación que como vimos había nacido y formado su Constitución en oposición a las luchas internas y las facciones que se entendían como un instrumento contra la República, será en este momento la primera nación en formalizar un sistema de partidos políticos estable y que dura incorruptible (aunque modificado) hasta nuestros días. Desde 1860 hasta hoy, solamente dos partidos, el Partido Demócrata y el Partido Republicano, han tenido serias expectativas de poder ocupar el poder y ganar procesos electorales.
La segunda de las paradojas es la del Partido Republicano (y por extensión el Demócrata también) con respecto a su evolución reciente. El Partido Republicano de Lincoln es un partido progresista y defensor del intervencionismo estatal en economía junto con un Gobierno Federal fuerte y con el mayor numero de competencias posible en detrimento del papel de los Estados. Además, su apoyo electoral, como consecuencia de las presidencias de Lincoln y también de Grant (general unionista que fue presidente entre 1869 y 1877), será prácticamente nulo en el sur del país y muy fuerte en el norte (donde los demócratas, percibidos como traidores a la Unión, tendrán muy difícil obtener buenos resultados) debido a las consecuencias de la Guerra Civil y de la reconfiguración de las relaciones entre el Gobierno Federal y los diferentes Estados de la Unión.
Todo ello, veremos, comienza a cambiar a partir de 1960...
Próxima (y última) entrega: De Kennedy a Obama, la Transformación de la Política Norteamericana.
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