"En la década de los 50, Kruschev predijo: «os enterraremos». Pero en Occidente hoy vemos un mundo libre que ha alcanzado un nivel de prosperidad y bienestar sin precedentes en toda la historia humana. En el mundo comunista vemos fracaso, retraso tecnológico, niveles sanitarios en declive, incluso necesidad del tipo más básico: demasiada poca comida. Incluso hoy, la Unión Soviética no puede alimentarse a sí misma. Después de estas cuatro décadas, entonces, una conclusión inevitable se alza ante el mundo entero: la libertad lleva a la prosperidad. La libertad viene a sustituir los antiguos odios entre las naciones por civismo y paz. La libertad es la vencedora."
- Ronald Reagan -
Presento aquí la tercera y última entrega de la serie de artículos que vienen a hacer un repaso, si bien muy superficial y breve, a la historia política de Estados Unidos y a las paradojas que su desarrollo histórico han tenido que afrontar los americanos. En el primer artículo, recordaremos, se trato de establecer cual era la línea que unía el desarrollo político de los Padres Fundadores con la Democracia Jacksoniana y el surgimiento del Partido Demócrata. En el segundo artículo lo que intentamos fue situarnos en el nacimiento del Partido Republicano moderno para alcanzar hasta el New Deal y la inmediata etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial. En este tercer y último artículo vamos a abordar los últimos 50 años de la historia política norteamericana y fundamentalmente dos grandes cambios: los que supusieron John Fitzgerald Kennedy, demócrata, y Ronald Reagan, republicano.
1. Análisis Político Teórico
No obstante, creemos que primero es importante abordar una serie de textos de la ciencia política que aparecen en torno a los años 60 y que se han convertido en clásicos del análisis político desde entonces hasta nuestros días. Los cuatro textos de los que vamos a hablar a continuación marcan en buena medida las bases del análisis político y electoral, no solamente en Estados Unidos sino en cualquier lugar, y por tanto resulta importante mencionarlos aunque sea brevemente.
No obstante, creemos que primero es importante abordar una serie de textos de la ciencia política que aparecen en torno a los años 60 y que se han convertido en clásicos del análisis político desde entonces hasta nuestros días. Los cuatro textos de los que vamos a hablar a continuación marcan en buena medida las bases del análisis político y electoral, no solamente en Estados Unidos sino en cualquier lugar, y por tanto resulta importante mencionarlos aunque sea brevemente.
El primero de esos textos se titula "The Civic Culture" y sus autores son Gabriel Almond y Sidney Verba. Este estudio apareció en el año 1963 y marca el verdadero punto de partida para el análisis del fenómeno de la "cultura política" desde una perspectiva científica. Almond y Verba definen la cultura política como el conjunto de orientaciones específicamente políticas de los ciudadanos hacia el sistema político, hacia sus componentes y hacia uno mismo como parte del sistema. El estudio de Almond y Verba se basa en la aproximación hacia las actitudes políticas en cinco sociedades bien diferentes: Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Alemania y México. Almond y Verba lo que hacen es analizar las actitudes políticas y llegan a la conclusión de que existen tres tipos ideales de cultura política:
1) Cultura participante: Se caracteriza porque sus integrantes tienden a estar claramente orientados hacia el sistema teniendo un papel activo en la comunidad política.
1) Cultura participante: Se caracteriza porque sus integrantes tienden a estar claramente orientados hacia el sistema teniendo un papel activo en la comunidad política.
2) Cultura de súbdito: Los ciudadanos enfocan su atención política hacia los outputs del sistema (esto es, hacia las políticas y las decisiones públicas) pero manteniendo un papel pasivo en la toma de decisiones y en el proceso político.
3) Cultura parroquial: Sus miembros apenas tienen consciencia del reconocimiento de las autoridades públicas ni del sistema político.
Como cualquier tipo ideal, la realidad es mucho más compleja y presenta combinaciones variables de las mismas, las más importante de las cuales en las democracias consolidadas sería la de Cultura Cívica que viene a resumirse en la idea de que "las democracias liberales funcionan mejor y son más estables si tienen ciudadanos que participan (pero no demasiado) y obedecen (pero no de forma pasiva)". Almond y Verba establecen además que este tipo de cultura cívica es muy frecuente en los casos norteamericano e inglés, siendo prácticamente inexistente en México y ocupando Alemania e Italia una posición intermedia entre ambos.
El estudio de "The Civic Culture" tiene importancia fundamentalmente por dos motivos: en primer lugar porque sienta las bases de la importancia que la cultura política tiene en la consolidación y desarrollo de los sistemas democráticos y, en segundo lugar porque asienta la importancia de la socialización política como elemento clave para la adquisición de los valores políticos.
Pero el de Almond y Verba no es el único estudio importante. Vamos a señalar otros tres aquí que son claves para entender la orientación del voto ciudadano, todos ellos publicados entre finales de los años 50 y principios de los años 60. Si tomamos cualquier manual en que se hable de comportamiento electoral, la mención de estos tres será obligada. Generalmente, no obstante, suelen estudiarse en un orden inverso al que veremos aquí, lo cual tiene su lógica en un análisis en mayor profundidad pero aquí optaremos por una sencilla enunciación y un orden estrictamente cronológico. Quien desee profundizar puede hacerlo acudiendo a los textos o a un manual (al final del artículo se recomienda uno).
El primero de los textos al que vamos a hacer referencia se encuadra en la llamada Escuela de Elección Racional. Es un análisis de tipo economicista del voto y algunos lo llaman "teoría de la competencia espacial". El texto a que nos referimos se publicó en el año 1957 y su título es "An Economic Theory of Democracy" escrito por Anthony Downs. Anthony Downs es un autor muy próximo a la Escuela de la Elección Pública de James Buchanan y a algunos conocidos liberales como Milton Friedman o Friedrich Hayek con los que coincide en algunos puntos (aunque no en todos). El texto de Anthony Downs es muy interesante y tiene muchas aportaciones clave para el estudio de la democracia actual desde una perspectiva crítica. No obstante solamente vamos a mencionar tres de las cosas fundamentales que Downs nos ofrece en su estudio.
1) Downs tiene una concepción economicista y racionalista de la democracia. Ve la competencia electoral como un mercado en el cual los partidos políticos harían el papel de empresarios compitiendo y los ciudadanos/electores serían los consumidores que con su voto "compran" la mercancía que les ofrecen los partidos. De este modo, Downs da la vuelta a la teoría de Duverger: los partidos políticos no se presentan a unas elecciones para obtener el apoyo electoral que les permita llevar adelante sus programas políticos y transformar así las condiciones de la sociedad, sino que más bien los partidos políticos llevan a cabo políticas y programas con el fin de conseguir el apoyo de los electores y de este modo acceder al poder o conservarlo, maximizando así su poder político (del mismo modo en que el empresario ofrece a los consumidores lo que desean para así maximizar su beneficio económico).
2) Anthony Downs es el primer autor en explicitar la importancia del contexto económico y las percepciones sobre el rumbo de la economía a la hora de determinar el voto de los electores, así como la relación entre la situación del contexto económico y la popularidad de los líderes políticos. Para Downs el elector es un sujeto racional que vota en función de los beneficios que considera que obtendrá de la victoria del partido político por el que opta. Dicho de otro modo, mediante el voto, el elector espera que su situación económica mejore, o al menos no empeore. Para Downs otras consideraciones de tipo afectivo, moral o de simpatías políticas tienen un interés secundario: el elector vota mediante un cálculo plenamente racional atendiendo a su propia percepción económica subjetiva tanto en relación con sus posibilidades personales de mejora como con relación a la mejora de la situación económica en general.
3) ¿Cuál es por lo tanto el papel de la ideología en la teoria de Downs? Bien, el elector tiene una serie de intereses racionalmente construidos. Sin embargo sus posibilidades de información y de conocimiento sobre los efectos de las posibles políticas en su situación económica son limitadas. La ideología juega por lo tanto un papel de "atajo cognoscitivo", lo que significa que la ideología siendo plenamente racional sirve únicamente para cubrir las lagunas de información y para hacerse una idea aproximada de cuáles son sus propios intereses y de cual es el partido político que mejor puede defenderlos.
El análisis político-económico de Downs sin duda es mucho más profundo y complejo, pero estas simples notas pueden servir para hacerse una idea aproximada de su concepción de la democracia, de los partidos políticos y de los ciudadanos electores.
Pasemos por lo tanto al segundo texto de referencia sobre el voto. Se trata de un estudio llevado a cabo por varios autores de la conocida como "Escuela de Michigan" y publicado en 1960 con el titulo de "The American Voter" en el que participaron Campbell, Converse, Miller y Stokes. Si el anterior caso de Downs podíamos encuadrarlo en un análisis racionalista (economicista) e institucionalista (del contexto), el modelo de la Escuela de Michigan sería un enfoque psico-social muy ligado al "behaviourismo", a las actitudes y a la cultura política (y la socialización política).
El punto fundamental de la Escuela de Michigan es que los electores votan en función de una identificación de tipo emocional y cultural con el partido político. Por eso, se conoce también al modelo de Michigan como "Modelo de Identificación Partidista". La idea supone partir del concepto de actitudes políticas que es un subtipo de las actitudes culturales en general. Estas actitudes nos son transmitidas mediante el proceso de socialización (tanto familiar como en la escuela). Una serie de valores que nos son transmitidos en el entorno familiar, incluso antes de comprender la política ni de tener ningún conocimiento sobre la misma, ya comienzan a marcar nuestra identificación con un partido, al que muy posiblemente votemos el día de mañana al tener la edad legal para hacerlo. Por ejemplo, en el año 2000 tenemos una medición de la identificación partidista de los padres y la de sus hijos menores de edad y el resultado es bien claro: De los niños con padres identificados con el Partido Demócrata; un 70% de sus niños se identificaban también como demócratas, un 20% como "independientes" y solamente un 10% se identificaban con el Partido Republicano. Con ligeras variaciones sucedía al revés: Los hijos de padres identificados con los republicanos se identificaban en un 54% con los republicanos, en un 21% como "independientes" y en un 25% se identificaban con los demócratas.
Dentro de la identificación partidista podemos además distinguir dos dimensiones: la dirección y la intensidad. La dirección hace referencia a la identificación como "republicano", como "demócrata" o como "independiente". La intensidad marca el grado de identificación: es decir si se sienten "fuertemente demócrata/republicano" o si se sienten "débilmente demócrata/republicano" y en el caso de los que se declaran "independientes" si son independientes con una inclinación hacia los republicanos o si son independientes con una inclinación hacia los demócratas.
De tal modo que: aquellos que se sentían identificados de manera fuerte con un partido votaban por éste en un 96-97% de los casos, aquellos que se sentían identificados con un partido de manera débil lo hacían en un 80-85% de los casos y aquellos que se declaraban independientes votaban por el partido por el que en último término se sentían inclinados en un 70-78%. Aquellos independientes sin ninguna inclinación votaban apróximadamente en un mismo porcentaje por republicanos y por demócratas (datos NES, año 2000).
Este modelo, no obstante no es operativo en los sistemas políticos europeos y por lo tanto se utiliza un criterio similar pero ciertamente diferenciado: el de la ya clásica alineación izquierda-derecha. Esto se debe a una mayor variación histórica de los partidos políticos, a un mayor número de los mismos y a una cultura política mucho más identificada con las adscripciones ideológicas que con una identificación de tipo simbólica y emocional con un partido político concreto.
Para terminar esta primera parte del artículo tenemos que hacer mención al último de los estudios importantes que vio la luz en los años 60. Se trata de un estudio llevado a cabo por el norteamericano Seymour Martin Lipset y el noruego Stein Rokkan. La fructífera colaboración entre Lipset y Rokkan durante los años 60 ha hecho de la referencia a los mismos un clásico en el análisis político. Nosotros para el tema que nos ocupa en el artículo solamente vamos a abordar su clásico artículo titulado "Cleavage structures, party sistems and voter alignements" (es decir: Estructura de clivajes, sistema de partidos y alineamientos de votantes). La referencia a Lipset y Rokkan es básica por dos motivos. El primero de ellos es que forman parte junto a otros (Duverger, Dahl, Sartori, Linz, Almond, Verba o Easton por citar solamente a algunos) de la generación a la que podríamos llamar la "ciencia política contemporánea". El segundo es que responden a una generación que marca los estudios de la izquierda post-marxista, sus análisis son clave para entender la ciencia política de izquierdas actual (bueno, en el caso de Lipset fue aún más allá y tras abandonar el Partido Socialista americano en los años 60 acabo asumiendo tesis liberales moderadas inspiradas por Tocqueville, Washington, Weber e incluso Aristóteles). Independientemente de la opinión que merezca el estudio de Lipset y Rokkan (y yo soy muy crítico con el mismo) su conocimiento es por lo tanto esencial para entender muchas cosas.
Lipset y Rokkan parten de la idea de los "Clivajes". ¿Qué son estos "clivajes"? Muy fácil, la división de la sociedad en dos bandos enfrentados que vienen determinados por una división de naturaleza histórica de la estructura social. Esta división es profundamente sentida por parte de los ciudadanos y ello hace que se configuren una serie de alineamientos entre los votantes y los partidos políticos (cuyo surgimiento no es enteramente "libre" sino que viene determinado por las divisiones sociales). El mal uso que los medios de comunicación y la opinión pública dan al concepto de "clivaje" ha generado mucha confusión. Los "clivajes" no dependen de apreciaciones subjetivas ni ideológicas (no existe tal cosa como un "clivaje" de "izquierda-derecha" ni otro de "nacionalista-no nacionalista") sino que vienen determinados única y exclusivamente por divisiones en el seno de la estructura social. El análisis de Lipset y Rokkan es por lo tanto "sociológico" o "estructuralista".
¿Cómo "nacen" estos "clivajes"? El surgimiento de los clivajes viene unido a los tres fenómenos de naturaleza histórica más importantes que marcan el paso del mundo antiguo y medieval al mundo moderno. Esto es, los "clivajes" surgen de la formación del Estado-nación moderno; de la división entre Reforma Protestante y Contrarreforma; y de la Revolución Industrial. De estos tres fenómenos (unido a cada cual de ellos hay una serie de "conflictos") se acaban determinando una serie de "clivajes" que podemos agrupar en varios tipos: clivajes de denominación religiosa, clivajes de origen y clivajes de clase social. En cada sociedad, los "clivajes" tienen una importancia relativa u otra. Hay sociedades a las que podemos llamar simples, donde solamente existe una única división en la estructura de "clivajes" y por lo tanto un único conflicto (por ejemplo, el de clase social, burguesía vs. proletariado) mientras que otras sociedades serían más complejas con varias divisiones diferenciadas y superpuestas (por ejemplo añadiendo al de clase social otro de denominación religiosa, católicos vs. protestantes, o uno de origen de centro vs. periferia).
En el caso que nos interesa, Estados Unidos, podrían distinguirse tres "clivajes" con respecto a la categoría de Lipset y Rokkan: el de clase social, el de denominación religiosa y un "clivaje" de origen (que en el caso americano sería el de "origen étnico"). Algunos incluso añadirían un segundo "clivaje" de origen, unido a la territorialidad, pero creemos que con los tres anteriores es más que suficiente para dar cuenta del fenómeno americano.
El caso norteamericano es muy curioso, ya que los diferentes "clivajes" en lugar de dar lugar a un sistema de partidos típicamente pluripartidista, las diferentes divisiones estructurales de la sociedad se acabarían redirigiendo hacia demócratas o republicanos. Veamos los tres ejemplos:
1) Respecto del "clivaje" de clase social: La estructura socioeconómica norteamericana tiene un patrón de voto e identificación bastante estable al menos hasta 1960. El Partido Republicano defendía dos grandes intereses "de clase" (por así decirlo) que sería el de los pujantes propietarios industriales del norte del país y el de las clases más desfavorecidas en el sur agrícola, los cuales tendrían unos intereses bastante coincidentes. Con los demócratas sucede justo a la inversa: representaban los intereses de los obreros industriales del norte en peor situación socioeconómica y a la vez los de los ricos hacendados sureños, cuyos intereses comunes eran intentar frenar la incipiente (o ya no tan incipiente) industrialización. Como veremos en la segunda parte del articulo, esto se modifica en los años 60.
2) Con relación al "clivaje" de denominación religiosa: Disponemos aquí, como en el caso de la identificación partidista de los datos NES 2000. Vemos como en el año 2000, entre los "protestantes principales" obtenia una cierta ventaja Al Gore sobre George Bush (del 55% frente al 43%), mientras que en el caso de los "protestantes evangélicos" el voto a Bush era muy superior (un 58% frente al 39% de Gore). En el caso de los católicos el porcentaje era muy similar entre ambos candidatos (48% Gore, 49% Bush). Sin embargo, entre "otras denominaciones religiosas" el voto a Gore sobre el voto a Bush era arrollador (un 80% frente a un 15%). Vemos por lo tanto que mientras que los protestantes principales y las confesiones más minoritarias se decantaban por Gore, en el caso de los protestantes evangélicos (de gran peso en Norteamérica) favorecían claramente a Bush y a los republicanos.
3) Por último, considerando el "clivaje" de origen étnico: El voto de la población blanca tiende a favorecer a los republicanos (en 2000, un 52'7% votó por Bush frente a un 47'3% que lo hizo por Gore) si bien de manera limitada. Sin embargo, vemos que las minorías étnicas tienden al voto hacia los demócratas en un porcentaje mayor (un 74% votó por Gore, frente al 26% que lo hizo por Bush). Si acudimos concretamente al voto de la población de origen afro-americano esta diferencia es aún más significativa: un 90% de dicho colectivo votó por Al Gore en 2000, y en 2008 un 95% de los afro-americanos optó por dar su voto a Obama.
Para cerrar esta primera parte del artículo podemos decir que una serie de estudios y aportaciones de nivel teórico y empírico aparecidas durante los años 60 (en plena "revolución cientificista") se convirtieron en textos clave para entender el funcionamiento de la comunidad política y el comportamiento político y electoral de los ciudadanos. Estos estudios son importantes para entender la vida política norteamericana, pero no solamente la norteamericana. De todos esos estudios nosotros hemos destacado cuatro: "The Civic Culture" de Almond y Verba como el estudio clásico a la hora de entender la cultura política de las sociedades actuales y tres estudios muy importantes en lo que se refiere al voto y los partidos políticos y que forman la base de tres importantes enfoques del estudio del fenómeno político: 1) el enfoque racionalista o institucionalista; 2) el enfoque psicosocial o de actitudes y valores políticos; y 3) el enfoque sociológico o estructuralista. Todo ello nos permitirá analizar en la segunda parte los cambios sufridos en la sociedad americana y que marcan la evolución política del país en los últimos 50 años, y especialmente el papel que dos figuras clave jugaron en dichos cambios: el demócrata y progresista John F. Kennedy en los años 60; y el republicano y conservador Ronald Reagan en los 80.
2. Evolución Política de los Estados Unidos (1960-2012)
a) De 1960 a 1980: Dominio Demócrata
Lo primero que debemos hacer es contextualizar la situación que en estos años tiene que afrontar Estados Unidos. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Occidente deben hacer frente a una nueva amenaza: la amenaza soviética. Con la derrota del totalitarismo nazi no se pone fin a la amenaza que pesa sobre la libertad, ya que otro totalitarismo se alza frente a las libertades. El totalitarismo soviético había formado parte del bando aliado, de los vencedores de la guerra, y como tal su posición política internacional se había reforzado. La URSS había formado parte de los miembros fundadores de la ONU, tenía un puesto permanente con capacidad de veto en su Consejo de Seguridad, y su esfera de influencia cubría la mitad este de Europa y buena parte de los países nacidos fruto de la reciente descolonización. Incluso el grupo de los llamados "países no alineados" eran muy poco considerados al esconder sus inclinaciones pro-soviéticas. Incluso buena parte de los intelectuales residentes en Occidente (el caso del filósofo Jean-Paul Sartre es muy conocido pero no el único) repugnaban de la causa occidental y de la libertad y abrazaban en secreto (o incluso, de manera pública) la causa de la URSS y de la extensión del socialismo real. Incluso Alemania, corazón de Europa y gran perdedor de la guerra, había quedado dividida en dos: la parte occidental, liberal y democrática, se llamó "República Federal de Alemania" (RFA); mientras que la parte oriental, de influencia soviética y socialista, optó por bautizarse como República Democrática de Alemania" (RDA) pese a su nulo carácter democrático. La amenaza soviética tuvo momentos de mayor riesgo de expansión y otros de una cierta tranquilidad y distensión, pero estuvo presente durante más de 40 años (desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta la caída del comunismo entre 1989 y 1991). Estados Unidos, por su parte, se erigió en el gran defensor y líder de la causa de la libertad, la democracia y la mentalidad occidental; de aquello que en el pasado se llamó, aunque hoy tendamos a olvidarlo, el "Mundo Libre".
Pues bien, en 1960 se celebraron en Estados Unidos unas muy importantes elecciones presidenciales que cambiarían el futuro político del país para las siguientes décadas. Estas elecciones fueron las que enfrentaron al candidato demócrata John F. Kennedy frente al republicano Richard Nixon. Ambos fueron presidentes de los Estados Unidos, pero en esta ocasión quien se impuso fue Kennedy. Estas elecciones fueron importantes por varios motivos:
1) Los cuatro debates que enfrentaron a ambos candidatos presidenciales fueron los primeros de la historia de los Estados Unidos que tuvieron lugar ante las cámaras de televisión, medio de comunicación de masas en auténtico auge. Este hecho les dotó de una cobertura absoluta y puso en marcha por primera vez una política basada en la imagen. De hecho, la imagen mostrada por Nixon en el primer debate perjudico sus expectativas electorales, mientras que la de Kennedy le hizo ganar importantes enteros. Los debates siempre se habían realizado, por ejemplo Lincoln participó y ganó unos cuantos, pero ahora con la televisión su repercusión era mucho mayor.
2) Las elecciones llevaron al triunfo de un candidato presidencial de religión católica, con lo que se rompió con la continuidad tradicional de que solamente un protestante pudiese llegar a la Casa Blanca. Kennedy tuvo que superar muchos prejuicios, ya que muchos electores protestantes (incluso simpatizantes demócratas) pensaban que la elección de un católico podría suponer la implantación de políticas papistas en Estados Unidos.
3) Y quizás más importante que todo lo anterior fue tal vez el importante movimiento político que inició Kennedy para transformar el mapa electoral y partidista de Estados Unidos. Kennedy emprendió una serie de alianzas políticas, de acercamientos y de transformaciones que cambiarían para siempre al Partido Demócrata y cuyos efectos ya hemos apuntado cuando abordabamos los diferentes enfoques teóricos: Kennedy acercó por primera vez de manera seria y profunda al Partido Demócrata hacia una serie de nuevos electores. Kennedy vinculó las señas demócratas a grupos en auge como el Movimiento de los Derechos Civiles o los colectivos feministas, incluyendo lo que Inglehart ha llamado "valores postmaterialistas" en la política norteamericana; a la vez que se ganaba a las diferentes minorías religiosas y étnicas. Kennedy, originario de Massachusetts, se ganó de este modo el favor de una serie de colectivos históricamente inclinados a votar al Partido Republicano, a la vez que lograba la hegemonía electoral de casi toda la costa este, se adentraba crecientemente en el norte de los Estados Unidos y obligaba también a cambiar al Partido Republicano.
El cambio político de Kennedy fue por lo tanto espectacular, y aunque él no llegó a vivirlo en su plenitud (como todo el mundo sabe falleció asesinado el 22 de Noviembre de 1963 en Dallas, Texas cuando faltaba un año para su más que probable reelección) si asentó las bases para unos 20 años más de dominio político de su partido.
El triunfo de Kennedy no fue espectacular en términos electorales: consiguió solamente una diferencia de poco más de 100.000 votos sobre Nixon (un 49'7% del total frente a un 49'6%) y obtuvo una ventaja de sólo 84 compromisarios del Colegio Electoral. No obstante, su éxito estuvo en conseguir aumentar en más de un 30% el voto demócrata y en sus cambios profundos en la estructura del voto norteamericano: el Partido Demócrata habia dejado de ser el partido de los hacendados terratenientes sureños, los puritanos y los deprimidos obreros industriales del norte y se había convertido en partido de referencia en las clases medias y prosperas del país. La desconfianza del capital industrial ante los demócratas que databa de la época de Jackson y muy especialmente desde la Guerra Civil, había desaparecido.
Sin embargo el Partido Republicano no terminaba de reaccionar. La estrategia de Kennedy y de sus sucesores descuadró a los republicanos durante casi dos décadas hasta que, como luego veremos, Ronald Reagan consiguió la transformación del partido hacia 1980. De hecho, entre 1960 y 1980, los republicanos solamente ocuparon la Casa Blanca durante 8 años entre 1968 y 1976 (con Nixon entre 1968 y 1974 cuando tuvo que dimitir por el "Watergate" y sus consecuencias políticas; y con Gerald Ford que le sustituyó entre 1974 y 1976). Por su parte los demócratas gobernaron el resto de años con tres presidentes diferentes: Kennedy (1960-1963), Lyndon B. Johnson (1963-1968) y Jimmy Carter (1976-1980). Es por eso que al periodo comprendido entre 1960 y 1980 muchos lo conocen como el periodo de dominio demócrata.
En el plano internacional, Kennedy pese a las insinuaciones arrojadas por muchos sectores conservadores, estaba lejos de ser un "socialista" y de simpatizar con el comunismo soviético. Así se pone claramente de manifiesto con su viaje a Berlín y con su discurso "Ich bin ein berliner" ("soy un berlinés") con motivo de la construcción del Muro de Berlin en 1961 y el cerco soviético a Berlin Occidental; con la ayuda a la intervención fracasada en Bahía Cochinos tras la Revolución Cubana; o con la "Crisis de los misiles" que afectó a Estados Unidos, la URSS y Cuba. Independientemente de como su juzgue su política de imagen, su gestión gubernamental o sus actuaciones puntuales, si hay algo que realmente creo parece fuera de toda duda es que Kennedy sería cualquier cosa, pero no puede calificarsele en ningún caso ni de "comunista", ni de "socialista", ni de "amigo de los soviéticos".
Mucho más cuestionables son otras presidencias del periodo, como la de Johnson que resulto totalmente ruinosa, la de Nixon que fue corrupta y llena de mentiras o la de Carter que resultó ser absolutamente nefasta tanto desde el punto de vista de la gestión como desde la perspectiva de la política exterior (nunca lo suficientemente firme frente a Breznev, sin duda la peor amenaza soviética desde Stalin y también superior a todos los que le sucedieron).
b) De 1980 a 2008: Dominio Republicano
En 1980 se producirá un importante cambio en la política norteamericana. Se trata de la conocida como "Revolución Conservadora" del Partido Republicano. Esta transformación del Partido Republicano va claramente unida a un nombre propio: el de Ronald Reagan. Los efectos del cambio fueron incontestables: la conversión del Partido Republicano en el partido conservador de Estados Unidos, una preocupación de los republicanos por los valores originarios de la nación y un dominio político de casi 30 años. Veamoslo con un poco más de detalle.
En 1980 la situación de los Estados Unidos era crítica. Los efectos de la "crisis del petróleo" habían deprimido la economía norteamericana, habían demostrado que el inflacionismo keynesiano era totalmente incapaz de conseguir el pleno empleo y la gestión nefasta y ruinosa del presidente Jimmy Carter dejaron Estados Unidos al borde del colapso.
Frente a ello, en el Partido Republicano contaban con una figura en auge, Ronald Reagan, que había sido Gobernador de California entre 1967 y 1975. Reagan en sus inicios había sido miembro del Partido Demócrata, partido que abandonó oficialmente en 1962 ante la política a su juicio excesivamente "liberal" por parte de la Administración Kennedy y por conflictos con General Electric. En su juventud había sido admirador de Roosvelt y del "New Deal" pero en los años 50 empezó a apoyar a candidatos republicanos (Eisenhower en 1952 y 1956 y Nixon en 1960), apostando por un Gobierno Federal mucho más reducido. Firme anticomunista, defensor del libre mercado y cristiano, Reagan, el antiguo demócrata, se convirtió en el gran reformador republicano llevando a este partido a una de sus épocas de mayor gloria y éxito político.
¿Qué cambios reales supuso esta "Revolución Conservadora"? Reagan pretendía el retorno de su partido a los viejos valores que según él caracterizaron a los "Padres Fundadores": la preocupación por los asuntos internos, la defensa de la propiedad privada y el libre mercado, la reducción del papel del Gobierno Federal en la vida social y económica y la defensa de la libertad (tanto en su vertiente económica como política). Reagan consiguió de esta manera un nutrido y heterogéneo grupo de partidarios que iban desde libertarios hasta cristianos evangélicos fundamentalistas pasando por sectores muy extensos de la clase media norteamericana. Con Reagan el Partido Republicano se liberó de forma definitiva de sus tendencias más "hamiltonianas" en materia económica a la vez que abrazaba un importante conservadurismo social y moral. De este modo, en 1980 los republicanos, igual que habían hecho los demócratas en 1960, parecían romper finalmente con una larga tradición de enfrentamiento de los partidos en torno a las ideas de dos de los "Padres Fundadores": Alexander Hamilton y Thomas Jefferson. Y digo que parecían romper porque como luego veremos (y ya sobre las bases de las transformaciones de Kennedy y Reagan) esta dialéctica parece recuperarse a partir de 2008.
El éxito de Reagan respecto a Carter fue más que notable. Reagan obtuvo en 1980 cerca de 8'5 millones de votos más que Carter (un 50'7% frente a un 41%); ganó en 44 estados frente a 6 estados y el Distrito de Columbia en que ganó Carter; y obtuvo 489 electores frente a los 49 de su rival. El éxito de Reagan había sido desde luego incomparable.
Su política se centró en dos ámbitos muy concretos: en el ámbito interno llevó a cabo una serie de reformas y políticas de austeridad que permitieron que durante sus mandatos se creasen del orden de 20 millones de puestos de trabajo y se superase la crisis económica; mientras que en el ámbito internacional se convirtió en uno de los más firmes adversarios del comunismo y especialmente del soviético hasta el punto de que nadie libre de prejuicios puede negar que Reagan es una de las tres figuras clave en la derrota del comunismo soviético junto a Margaret Thatcher (primera ministra británica con unas políticas parecidas en bastantes aspectos a las de Reagan, aunque distintas en otros aspectos) y al papa Juan Pablo II.
El éxito de su gestión y de su "Revolución Conservadora" fue tan imponente que en 1984 renovó la confianza de los electores para un segundo mandato y lo hizo con unos datos impresionantes. Ese año, Reagan derrotó al candidato demócrata (Mondale) en la totalidad de estados con la excepción de Minnesota (estado natal del candidato demócrata en que éste ganó por un escasísimo margen) y el Distrito de Columbia. Además, Reagan obtuvo la victoria por unos 17 millones de votos de diferencia y casi 18 puntos porcentuales más que su rival. Reagan obtuvo 525 electores del Colegio Electoral frente a solamente 13 del demócrata (los 10 de Minnesota y los 3 del DC). Una de las mayores y más abultadas victorias electorales de la historia de las presidenciales norteamericanas, algo a tener en cuenta cada vez que algunos afirman que en Estados Unidos nadie quería a Reagan.
Tras la "Era Reagan" los republicanos han dominado la política americana hasta el año 2008. Entre 1988 y 2008, los demócratas han ocupado la Casa Blanca solamente durante los ocho años de la etapa de Clinton (entre 1992 y 2000), mientras que junto a los ocho años de presidencia de Reagan han habitado la Casa Blanca otros dos políticos republicanos (George Bush Sr. entre 1988 y 1992; y George Bush Jr., su hijo, entre 2000 y 2008 tras unas elecciones muy cuestionadas en el año 2000 en que se enfrentó al que fuese vicepresidente de Clinton, Al Gore). No obstante, las presidencias de ambos Bush han estado muy lejos de ser tan exitosas como la de Reagan, y la política americana se resintió por ello.
c) Del 2008 al 2012: De Obama a la confusión
En 2008, parece que las cosas vuelven a cambiar. La base social y electoral de los partidos (así como buena parte de su carga ideológica) parece mantener una cierta constancia desde los cambios que se operaron en la era Kennedy para los demócratas y en la era Reagan para los republicanos. No obstante, en 2008 se rompe el ciclo de hegemonía republicana en la Casa Blanca. Parte de la culpa la tienen los propios republicanos. Y es que la gestión interior de la Administración Bush resulto verdaderamente descabellada. La burbuja de las "hipotecas subprime" o "hipotecas basura" que tan bien le vino al gobierno de Bush para financiar sus operaciones bélicas en el exterior acabo degenerando en una crisis financiera y, por efecto de ésta, en una crisis para la "economía real" de los ciudadanos americanos con altos niveles de desempleo (al menos si los comparamos con las décadas anteriores) y una elevación en términos tanto absolutos como relativos de la deuda pública que ha afectado muy negativamente a la credibilidad económica norteamericana (y por contagio, y de forma si cabe más importante, de la europea).
La Administración Bush llegó a la Casa Blanca con dos promesas fundamentales: recuperar el pretendido "aislacionismo" histórico de los Estados Unidos en el ámbito internacional (algo que por otra parte nunca fue exactamente tal) tras las presidencias de su padre y de Clinton, ambas muy internacionales; y ofrecer una gestión económica austera y conservadora. Sin embargo, un terrible acontecimiento frustraría las intenciones iniciales de Bush y de sus principales asesores: el mayor ataque terrorista sufrido por los Estados Unidos y la mayor ofensiva sobre suelo americano desde Pearl Harbour en 1941, los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 ideados por Al Qaeda (literalmente, "La Base") y por su líder, el terrorista de origen saudí Osama Ben Laden. Esta masacre terrorista se llevó la vida de en torno a 4.000 ciudadanos norteamericanos y obligó a Bush a declarar lo que el llamó "la guerra contra el terrorismo". El culmen de esta guerra contra el terrorismo (cuya viabilidad por su propia naturaleza es escasa) son las dos guerras más importantes de las últimas décadas tanto por el número de bajas como por el coste económico: la Guerra de Afganistán iniciada en Noviembre de 2001 y la Guerra de Irak iniciada en la primavera de 2003. Su éxito en términos militares ha sido muy dudoso, el descrédito político de los Estados Unidos bastante elevado y el coste en vidas y en fondos de los contribuyentes absolutamente insostenible.
En este contexto, y teniendo que competir con un rival de escasa entidad (John McCain), los demócratas vuelven a la Casa Blanca con un nuevo presidente, Barack Hussein Obama. Obama triunfó electoralmente por varios motivos, algunos de los cuales podemos enunciar a continuación:
1) Uno de los principales motivos fue, como hemos dicho, el descrédito en que había caído el Partido Republicano tras los 8 años de presidencia de Bush. Con una gestión política y económica verdaderamente mejorable, los republicanos habían perdido sus dos enganches electorales fundamentales en términos de credibilidad: la confianza en que el Partido Republicano es un partido mucho más cercano a los intereses de los ciudadanos norteamericanos y mucho menos dados a "aventuras" internacionales; y la confianza en que los republicanos son mucho más austeros y contenidos con el presupuesto (especialmente el federal) que sale del bolsillo de los contribuyentes.
2) Obama es además un candidato de imagen. En un mundo donde la mediatización política es cada vez más importante, Obama presentaba una imagen muy del gusto de una parte importante del electorado. La posibilidad de que un candidato de raza negra (aunque en el fondo no es tal) ocupase por primera vez la Casa Blanca era algo ya presente en el imaginario colectivo a través del cine o las series de televisión, con lo que los ciudadanos americanos consideraban eso un avance al alcance de su mano.
3) Obama además contaba con una oratoria que, si bien vacía de buena parte de contenido real, resultaba agradable y emotiva para el ciudadano americano. Un discurso ciertamente populista, unido a una inconcreción real de los programas más allá de los guiños constantes a la izquierda radical, hizo que Obama ganase el voto de las minorías étnicas y religiosas a la vez que algunos ciudadanos de clase media veían en él a un auténtico heredero de la política roosveliana del "New Deal".
4) Tampoco debemos subestimar los importantes apoyos que Obama recibió de dos sectores clave en las campañas electorales y en los cuales superó ampliamente a su rival: el de las ayudas económicas de las principales industrias y empresas del país; y el apoyo mayoritario de los intelectuales, artistas y medios de comunicación americanos y extranjeros (es decir, el grupo de los "revendedores de ideas" de los que hablaba Hayek).
Todo ello (y otras cuestiones que por espacio no vamos a abordar) hicieron que Obama accediese a la Casa Blanca entre un clamor popular e "intelectual" (el clamor popular mucho más elevado, todo sea dicho, en Europa que en Estados Unidos). y que en 2008 los demócratas tuviesen no solamente la Casa Blanca sino también la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado.
La política de Obama en estos cuatro años puede calificarse con el adjetivo de nefasta. Las guerras iniciadas durante la Administración Bush parecen lejos de acabar bien, y ponen en serio descrédito el inmerecido premio nobel de la paz que se concedió a Obama en 2009 cuando llevaba menos de un año en el cargo. La crisis económica en Estados Unidos está lejos de remitir: la deuda pública y el gasto lejos de contenerse se han disparado y el paro sigue en cotas elevadísimas. La retórica vacía de Obama se ha demostrado más vacía si cabe desde que es presidente. Su gran proyecto social, la reforma sanitaria, ha sido insuficiente para aquellos que la apoyaron y contraria a las libertades individuales para sus detractores, con lo que el descontento respecto de la misma no ha cesado de crecer.
Obama, sin duda, cumple los requisitos para convertirse en un OTP ("one term president", presidente de un solo mandato). En Noviembre, como es costumbre, se celebrarán elecciones presidenciales, se cambiará la composición de toda la Cámara de Representantes (controlada desde las elecciones de 2010 por los republicanos) y se renovará un tercio del Senado (única cámara en la que los demócratas siguen teniendo una cierta mayoría). Ni la muerte de Ben Laden ni las promesas sin contenido de Obama parecen ser suficiente ya para garantizar su reelección con lo que podrían ser unas elecciones muy disputadas frente al candidato republicano (aún no oficial, pero todo parece indicar que será Mitt Romney).
Para concluir este artículo (bastante más extenso de lo habitual) tenemos que hacer mención a un fenómeno recurrente de la política norteamericana. Decíamos que con las transformaciones de Kennedy y Reagan en los dos principales partidos todo parecía indicar que se había puesto fin a 200 años de historia en los que la dialéctica se realizaba con relación a la identificación con las ideas de dos de los "Padres Fundadores": Alexander Hamilton y Thomas Jefferson. A lo largo de nuestros tres artículos hemos hecho continuada mención a estas ideas, y a la percepción que se tenía de las mismas. Pues bien, respetando las transformaciones de los últimos 50 años en los dos principales partidos, esta dialéctica parece haberse recuperado. Así lo pone de manifiesto uno de los principales bloques de oposición al gobierno de Obama: el conocido como "Tea Party". Explicar en que consiste este curioso movimiento llevaría de por si un artículo propio, así que no vamos a hacerlo. Lo que si vamos a hacer es mencionar que este movimiento lleva a cabo su política y su actuación en torno a un principio fundamental: la recuperación de la política de los "Padres Fundadores" o más bien el modo en que ellos entienden que fue tal política. Para el "Tea Party" la idea de estos fundadores de la nación americana se vincula a una concepción muy particular que es la ligada a Thomas Jefferson, o al menos a lo que creen que son las ideas de Thomas Jefferson. El "Tea Party" se declara heredero de las ideas de los "Padres Fundadores" pero no comprenden, en buena medida debido a la mitología política creada a lo largo de generaciones y que tiene dudoso encaje con la realidad del periodo, que tal tradición es una auténtica tradición plural. Tan padre fundador fue Thomas Jefferson o James Madison como lo fueron Alexander Hamilton o John Adams. La idea "jeffersoniana" del "Tea Party" puede resumirse en una serie de máximas: la idea del aislacionismo internacional, la idea de la reducción del Gobierno Federal, y el carácter "sacrosanto" de lo que consideran son las libertades y derechos fundamentales del ciudadano americano. Desde luego no vamos a entrar aquí en si esas son verdaderamente las ideas jeffersonianas ni si éstas se correspondían o no con el ejercicio práctico de la presidencia de Jefferson (recordemos, entre 1800 y 1808). Lo que desde luego sí podemos afirmar con total rotundidad después de estos artículos es que en ningún caso esa es la única tradición de los "Padres Fundadores" puesto que frente a las ideas jeffersonianas (sean las que sean) existen al menos otras: las hamiltonianas.
BIBLIOGRAFÍA
Vamos a continuación a recomendar una serie de textos para poder completar algunas de las cuestiones mencionadas en estos artículos.
Sobre la historia política norteamericana existen muchos libros. Yo puedo recomendaros dos que he consultado en algún momento u otro. El primero de ellos es "Breve Historia de Estados Unidos" de Philip Jenkins en Alianza de bolsillo que por un precio modesto os ofrece en un formato cómodo una breve introducción a la historia de Estados Unidos en unas 400 páginas desde la colonización de América hasta la presidencia de Bush Jr. El segundo sería "Historia de los Estados Unidos, 1776-1945" de Aurora Bosch editado por Crítica y que incluye un tratamiento bastante más profundo del desarrollo político y democrático de Estados Unidos pero esta más limitado en el tiempo ya que cubre solamente desde los Padres Fundadores hasta la presidencia de Roosvelt (es decir, más o menos el ambito temporal de los dos primeros artículos) y tiene un precio ciertamente superior (aunque en ningún caso exagerado).
Respecto del concepto de "Cultura Política" recomendamos encarecidamente la lectura del capítulo que Mariano Torcal dedica a este asunto en el "Manual de Ciencia Política" coordinado por el fallecido profesor Rafael del Águila y publicado por la editorial Trotta. También puede ser útil la lectura del capítulo que a dicho concepto se dedica en otro libro con un contenido ligeramente diferente, en el "Manual de Ciencia Política" dirigido por Miquel Caminal Badía en la editorial Tecnos.
Con relación a los estudios mencionados en la primera parte del artículo pueden leerse los originales en español de los textos de Anthony Downs y del estudio de Lipset y Rokkan en el libro "Diez Textos Básicos de Ciencia Política" editado por Ariel.
Un estudio y análisis del fenómeno político y electoral atendiendo a las tres perspectivas que aquí hemos mencionado (la estructura social, las actitudes y valores políticos, y el contexto) puede encontrarse en otro libro editado por Ariel titulado "Comportamiento Político y Electoral" y cuyos autores son Eva Anduiza y Agustí Bosch.
El concepto de "democracia" de Anthony Downs, junto con otras visiones de ese concepto político fundamental a lo largo de la historia puede verse de forma escueta, sistemática y sencilla en el libro "Democracia" de Joaquin Abellán editado por Alianza en formato bolsillo.
2) Anthony Downs es el primer autor en explicitar la importancia del contexto económico y las percepciones sobre el rumbo de la economía a la hora de determinar el voto de los electores, así como la relación entre la situación del contexto económico y la popularidad de los líderes políticos. Para Downs el elector es un sujeto racional que vota en función de los beneficios que considera que obtendrá de la victoria del partido político por el que opta. Dicho de otro modo, mediante el voto, el elector espera que su situación económica mejore, o al menos no empeore. Para Downs otras consideraciones de tipo afectivo, moral o de simpatías políticas tienen un interés secundario: el elector vota mediante un cálculo plenamente racional atendiendo a su propia percepción económica subjetiva tanto en relación con sus posibilidades personales de mejora como con relación a la mejora de la situación económica en general.
3) ¿Cuál es por lo tanto el papel de la ideología en la teoria de Downs? Bien, el elector tiene una serie de intereses racionalmente construidos. Sin embargo sus posibilidades de información y de conocimiento sobre los efectos de las posibles políticas en su situación económica son limitadas. La ideología juega por lo tanto un papel de "atajo cognoscitivo", lo que significa que la ideología siendo plenamente racional sirve únicamente para cubrir las lagunas de información y para hacerse una idea aproximada de cuáles son sus propios intereses y de cual es el partido político que mejor puede defenderlos.
El análisis político-económico de Downs sin duda es mucho más profundo y complejo, pero estas simples notas pueden servir para hacerse una idea aproximada de su concepción de la democracia, de los partidos políticos y de los ciudadanos electores.
Pasemos por lo tanto al segundo texto de referencia sobre el voto. Se trata de un estudio llevado a cabo por varios autores de la conocida como "Escuela de Michigan" y publicado en 1960 con el titulo de "The American Voter" en el que participaron Campbell, Converse, Miller y Stokes. Si el anterior caso de Downs podíamos encuadrarlo en un análisis racionalista (economicista) e institucionalista (del contexto), el modelo de la Escuela de Michigan sería un enfoque psico-social muy ligado al "behaviourismo", a las actitudes y a la cultura política (y la socialización política).
El punto fundamental de la Escuela de Michigan es que los electores votan en función de una identificación de tipo emocional y cultural con el partido político. Por eso, se conoce también al modelo de Michigan como "Modelo de Identificación Partidista". La idea supone partir del concepto de actitudes políticas que es un subtipo de las actitudes culturales en general. Estas actitudes nos son transmitidas mediante el proceso de socialización (tanto familiar como en la escuela). Una serie de valores que nos son transmitidos en el entorno familiar, incluso antes de comprender la política ni de tener ningún conocimiento sobre la misma, ya comienzan a marcar nuestra identificación con un partido, al que muy posiblemente votemos el día de mañana al tener la edad legal para hacerlo. Por ejemplo, en el año 2000 tenemos una medición de la identificación partidista de los padres y la de sus hijos menores de edad y el resultado es bien claro: De los niños con padres identificados con el Partido Demócrata; un 70% de sus niños se identificaban también como demócratas, un 20% como "independientes" y solamente un 10% se identificaban con el Partido Republicano. Con ligeras variaciones sucedía al revés: Los hijos de padres identificados con los republicanos se identificaban en un 54% con los republicanos, en un 21% como "independientes" y en un 25% se identificaban con los demócratas.
Dentro de la identificación partidista podemos además distinguir dos dimensiones: la dirección y la intensidad. La dirección hace referencia a la identificación como "republicano", como "demócrata" o como "independiente". La intensidad marca el grado de identificación: es decir si se sienten "fuertemente demócrata/republicano" o si se sienten "débilmente demócrata/republicano" y en el caso de los que se declaran "independientes" si son independientes con una inclinación hacia los republicanos o si son independientes con una inclinación hacia los demócratas.
De tal modo que: aquellos que se sentían identificados de manera fuerte con un partido votaban por éste en un 96-97% de los casos, aquellos que se sentían identificados con un partido de manera débil lo hacían en un 80-85% de los casos y aquellos que se declaraban independientes votaban por el partido por el que en último término se sentían inclinados en un 70-78%. Aquellos independientes sin ninguna inclinación votaban apróximadamente en un mismo porcentaje por republicanos y por demócratas (datos NES, año 2000).
Este modelo, no obstante no es operativo en los sistemas políticos europeos y por lo tanto se utiliza un criterio similar pero ciertamente diferenciado: el de la ya clásica alineación izquierda-derecha. Esto se debe a una mayor variación histórica de los partidos políticos, a un mayor número de los mismos y a una cultura política mucho más identificada con las adscripciones ideológicas que con una identificación de tipo simbólica y emocional con un partido político concreto.
Para terminar esta primera parte del artículo tenemos que hacer mención al último de los estudios importantes que vio la luz en los años 60. Se trata de un estudio llevado a cabo por el norteamericano Seymour Martin Lipset y el noruego Stein Rokkan. La fructífera colaboración entre Lipset y Rokkan durante los años 60 ha hecho de la referencia a los mismos un clásico en el análisis político. Nosotros para el tema que nos ocupa en el artículo solamente vamos a abordar su clásico artículo titulado "Cleavage structures, party sistems and voter alignements" (es decir: Estructura de clivajes, sistema de partidos y alineamientos de votantes). La referencia a Lipset y Rokkan es básica por dos motivos. El primero de ellos es que forman parte junto a otros (Duverger, Dahl, Sartori, Linz, Almond, Verba o Easton por citar solamente a algunos) de la generación a la que podríamos llamar la "ciencia política contemporánea". El segundo es que responden a una generación que marca los estudios de la izquierda post-marxista, sus análisis son clave para entender la ciencia política de izquierdas actual (bueno, en el caso de Lipset fue aún más allá y tras abandonar el Partido Socialista americano en los años 60 acabo asumiendo tesis liberales moderadas inspiradas por Tocqueville, Washington, Weber e incluso Aristóteles). Independientemente de la opinión que merezca el estudio de Lipset y Rokkan (y yo soy muy crítico con el mismo) su conocimiento es por lo tanto esencial para entender muchas cosas.
Lipset y Rokkan parten de la idea de los "Clivajes". ¿Qué son estos "clivajes"? Muy fácil, la división de la sociedad en dos bandos enfrentados que vienen determinados por una división de naturaleza histórica de la estructura social. Esta división es profundamente sentida por parte de los ciudadanos y ello hace que se configuren una serie de alineamientos entre los votantes y los partidos políticos (cuyo surgimiento no es enteramente "libre" sino que viene determinado por las divisiones sociales). El mal uso que los medios de comunicación y la opinión pública dan al concepto de "clivaje" ha generado mucha confusión. Los "clivajes" no dependen de apreciaciones subjetivas ni ideológicas (no existe tal cosa como un "clivaje" de "izquierda-derecha" ni otro de "nacionalista-no nacionalista") sino que vienen determinados única y exclusivamente por divisiones en el seno de la estructura social. El análisis de Lipset y Rokkan es por lo tanto "sociológico" o "estructuralista".
¿Cómo "nacen" estos "clivajes"? El surgimiento de los clivajes viene unido a los tres fenómenos de naturaleza histórica más importantes que marcan el paso del mundo antiguo y medieval al mundo moderno. Esto es, los "clivajes" surgen de la formación del Estado-nación moderno; de la división entre Reforma Protestante y Contrarreforma; y de la Revolución Industrial. De estos tres fenómenos (unido a cada cual de ellos hay una serie de "conflictos") se acaban determinando una serie de "clivajes" que podemos agrupar en varios tipos: clivajes de denominación religiosa, clivajes de origen y clivajes de clase social. En cada sociedad, los "clivajes" tienen una importancia relativa u otra. Hay sociedades a las que podemos llamar simples, donde solamente existe una única división en la estructura de "clivajes" y por lo tanto un único conflicto (por ejemplo, el de clase social, burguesía vs. proletariado) mientras que otras sociedades serían más complejas con varias divisiones diferenciadas y superpuestas (por ejemplo añadiendo al de clase social otro de denominación religiosa, católicos vs. protestantes, o uno de origen de centro vs. periferia).
En el caso que nos interesa, Estados Unidos, podrían distinguirse tres "clivajes" con respecto a la categoría de Lipset y Rokkan: el de clase social, el de denominación religiosa y un "clivaje" de origen (que en el caso americano sería el de "origen étnico"). Algunos incluso añadirían un segundo "clivaje" de origen, unido a la territorialidad, pero creemos que con los tres anteriores es más que suficiente para dar cuenta del fenómeno americano.
El caso norteamericano es muy curioso, ya que los diferentes "clivajes" en lugar de dar lugar a un sistema de partidos típicamente pluripartidista, las diferentes divisiones estructurales de la sociedad se acabarían redirigiendo hacia demócratas o republicanos. Veamos los tres ejemplos:
1) Respecto del "clivaje" de clase social: La estructura socioeconómica norteamericana tiene un patrón de voto e identificación bastante estable al menos hasta 1960. El Partido Republicano defendía dos grandes intereses "de clase" (por así decirlo) que sería el de los pujantes propietarios industriales del norte del país y el de las clases más desfavorecidas en el sur agrícola, los cuales tendrían unos intereses bastante coincidentes. Con los demócratas sucede justo a la inversa: representaban los intereses de los obreros industriales del norte en peor situación socioeconómica y a la vez los de los ricos hacendados sureños, cuyos intereses comunes eran intentar frenar la incipiente (o ya no tan incipiente) industrialización. Como veremos en la segunda parte del articulo, esto se modifica en los años 60.
2) Con relación al "clivaje" de denominación religiosa: Disponemos aquí, como en el caso de la identificación partidista de los datos NES 2000. Vemos como en el año 2000, entre los "protestantes principales" obtenia una cierta ventaja Al Gore sobre George Bush (del 55% frente al 43%), mientras que en el caso de los "protestantes evangélicos" el voto a Bush era muy superior (un 58% frente al 39% de Gore). En el caso de los católicos el porcentaje era muy similar entre ambos candidatos (48% Gore, 49% Bush). Sin embargo, entre "otras denominaciones religiosas" el voto a Gore sobre el voto a Bush era arrollador (un 80% frente a un 15%). Vemos por lo tanto que mientras que los protestantes principales y las confesiones más minoritarias se decantaban por Gore, en el caso de los protestantes evangélicos (de gran peso en Norteamérica) favorecían claramente a Bush y a los republicanos.
3) Por último, considerando el "clivaje" de origen étnico: El voto de la población blanca tiende a favorecer a los republicanos (en 2000, un 52'7% votó por Bush frente a un 47'3% que lo hizo por Gore) si bien de manera limitada. Sin embargo, vemos que las minorías étnicas tienden al voto hacia los demócratas en un porcentaje mayor (un 74% votó por Gore, frente al 26% que lo hizo por Bush). Si acudimos concretamente al voto de la población de origen afro-americano esta diferencia es aún más significativa: un 90% de dicho colectivo votó por Al Gore en 2000, y en 2008 un 95% de los afro-americanos optó por dar su voto a Obama.
Para cerrar esta primera parte del artículo podemos decir que una serie de estudios y aportaciones de nivel teórico y empírico aparecidas durante los años 60 (en plena "revolución cientificista") se convirtieron en textos clave para entender el funcionamiento de la comunidad política y el comportamiento político y electoral de los ciudadanos. Estos estudios son importantes para entender la vida política norteamericana, pero no solamente la norteamericana. De todos esos estudios nosotros hemos destacado cuatro: "The Civic Culture" de Almond y Verba como el estudio clásico a la hora de entender la cultura política de las sociedades actuales y tres estudios muy importantes en lo que se refiere al voto y los partidos políticos y que forman la base de tres importantes enfoques del estudio del fenómeno político: 1) el enfoque racionalista o institucionalista; 2) el enfoque psicosocial o de actitudes y valores políticos; y 3) el enfoque sociológico o estructuralista. Todo ello nos permitirá analizar en la segunda parte los cambios sufridos en la sociedad americana y que marcan la evolución política del país en los últimos 50 años, y especialmente el papel que dos figuras clave jugaron en dichos cambios: el demócrata y progresista John F. Kennedy en los años 60; y el republicano y conservador Ronald Reagan en los 80.
2. Evolución Política de los Estados Unidos (1960-2012)
a) De 1960 a 1980: Dominio Demócrata
Lo primero que debemos hacer es contextualizar la situación que en estos años tiene que afrontar Estados Unidos. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Occidente deben hacer frente a una nueva amenaza: la amenaza soviética. Con la derrota del totalitarismo nazi no se pone fin a la amenaza que pesa sobre la libertad, ya que otro totalitarismo se alza frente a las libertades. El totalitarismo soviético había formado parte del bando aliado, de los vencedores de la guerra, y como tal su posición política internacional se había reforzado. La URSS había formado parte de los miembros fundadores de la ONU, tenía un puesto permanente con capacidad de veto en su Consejo de Seguridad, y su esfera de influencia cubría la mitad este de Europa y buena parte de los países nacidos fruto de la reciente descolonización. Incluso el grupo de los llamados "países no alineados" eran muy poco considerados al esconder sus inclinaciones pro-soviéticas. Incluso buena parte de los intelectuales residentes en Occidente (el caso del filósofo Jean-Paul Sartre es muy conocido pero no el único) repugnaban de la causa occidental y de la libertad y abrazaban en secreto (o incluso, de manera pública) la causa de la URSS y de la extensión del socialismo real. Incluso Alemania, corazón de Europa y gran perdedor de la guerra, había quedado dividida en dos: la parte occidental, liberal y democrática, se llamó "República Federal de Alemania" (RFA); mientras que la parte oriental, de influencia soviética y socialista, optó por bautizarse como República Democrática de Alemania" (RDA) pese a su nulo carácter democrático. La amenaza soviética tuvo momentos de mayor riesgo de expansión y otros de una cierta tranquilidad y distensión, pero estuvo presente durante más de 40 años (desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta la caída del comunismo entre 1989 y 1991). Estados Unidos, por su parte, se erigió en el gran defensor y líder de la causa de la libertad, la democracia y la mentalidad occidental; de aquello que en el pasado se llamó, aunque hoy tendamos a olvidarlo, el "Mundo Libre".
Pues bien, en 1960 se celebraron en Estados Unidos unas muy importantes elecciones presidenciales que cambiarían el futuro político del país para las siguientes décadas. Estas elecciones fueron las que enfrentaron al candidato demócrata John F. Kennedy frente al republicano Richard Nixon. Ambos fueron presidentes de los Estados Unidos, pero en esta ocasión quien se impuso fue Kennedy. Estas elecciones fueron importantes por varios motivos:
1) Los cuatro debates que enfrentaron a ambos candidatos presidenciales fueron los primeros de la historia de los Estados Unidos que tuvieron lugar ante las cámaras de televisión, medio de comunicación de masas en auténtico auge. Este hecho les dotó de una cobertura absoluta y puso en marcha por primera vez una política basada en la imagen. De hecho, la imagen mostrada por Nixon en el primer debate perjudico sus expectativas electorales, mientras que la de Kennedy le hizo ganar importantes enteros. Los debates siempre se habían realizado, por ejemplo Lincoln participó y ganó unos cuantos, pero ahora con la televisión su repercusión era mucho mayor.
2) Las elecciones llevaron al triunfo de un candidato presidencial de religión católica, con lo que se rompió con la continuidad tradicional de que solamente un protestante pudiese llegar a la Casa Blanca. Kennedy tuvo que superar muchos prejuicios, ya que muchos electores protestantes (incluso simpatizantes demócratas) pensaban que la elección de un católico podría suponer la implantación de políticas papistas en Estados Unidos.
3) Y quizás más importante que todo lo anterior fue tal vez el importante movimiento político que inició Kennedy para transformar el mapa electoral y partidista de Estados Unidos. Kennedy emprendió una serie de alianzas políticas, de acercamientos y de transformaciones que cambiarían para siempre al Partido Demócrata y cuyos efectos ya hemos apuntado cuando abordabamos los diferentes enfoques teóricos: Kennedy acercó por primera vez de manera seria y profunda al Partido Demócrata hacia una serie de nuevos electores. Kennedy vinculó las señas demócratas a grupos en auge como el Movimiento de los Derechos Civiles o los colectivos feministas, incluyendo lo que Inglehart ha llamado "valores postmaterialistas" en la política norteamericana; a la vez que se ganaba a las diferentes minorías religiosas y étnicas. Kennedy, originario de Massachusetts, se ganó de este modo el favor de una serie de colectivos históricamente inclinados a votar al Partido Republicano, a la vez que lograba la hegemonía electoral de casi toda la costa este, se adentraba crecientemente en el norte de los Estados Unidos y obligaba también a cambiar al Partido Republicano.
El cambio político de Kennedy fue por lo tanto espectacular, y aunque él no llegó a vivirlo en su plenitud (como todo el mundo sabe falleció asesinado el 22 de Noviembre de 1963 en Dallas, Texas cuando faltaba un año para su más que probable reelección) si asentó las bases para unos 20 años más de dominio político de su partido.
El triunfo de Kennedy no fue espectacular en términos electorales: consiguió solamente una diferencia de poco más de 100.000 votos sobre Nixon (un 49'7% del total frente a un 49'6%) y obtuvo una ventaja de sólo 84 compromisarios del Colegio Electoral. No obstante, su éxito estuvo en conseguir aumentar en más de un 30% el voto demócrata y en sus cambios profundos en la estructura del voto norteamericano: el Partido Demócrata habia dejado de ser el partido de los hacendados terratenientes sureños, los puritanos y los deprimidos obreros industriales del norte y se había convertido en partido de referencia en las clases medias y prosperas del país. La desconfianza del capital industrial ante los demócratas que databa de la época de Jackson y muy especialmente desde la Guerra Civil, había desaparecido.
Sin embargo el Partido Republicano no terminaba de reaccionar. La estrategia de Kennedy y de sus sucesores descuadró a los republicanos durante casi dos décadas hasta que, como luego veremos, Ronald Reagan consiguió la transformación del partido hacia 1980. De hecho, entre 1960 y 1980, los republicanos solamente ocuparon la Casa Blanca durante 8 años entre 1968 y 1976 (con Nixon entre 1968 y 1974 cuando tuvo que dimitir por el "Watergate" y sus consecuencias políticas; y con Gerald Ford que le sustituyó entre 1974 y 1976). Por su parte los demócratas gobernaron el resto de años con tres presidentes diferentes: Kennedy (1960-1963), Lyndon B. Johnson (1963-1968) y Jimmy Carter (1976-1980). Es por eso que al periodo comprendido entre 1960 y 1980 muchos lo conocen como el periodo de dominio demócrata.
En el plano internacional, Kennedy pese a las insinuaciones arrojadas por muchos sectores conservadores, estaba lejos de ser un "socialista" y de simpatizar con el comunismo soviético. Así se pone claramente de manifiesto con su viaje a Berlín y con su discurso "Ich bin ein berliner" ("soy un berlinés") con motivo de la construcción del Muro de Berlin en 1961 y el cerco soviético a Berlin Occidental; con la ayuda a la intervención fracasada en Bahía Cochinos tras la Revolución Cubana; o con la "Crisis de los misiles" que afectó a Estados Unidos, la URSS y Cuba. Independientemente de como su juzgue su política de imagen, su gestión gubernamental o sus actuaciones puntuales, si hay algo que realmente creo parece fuera de toda duda es que Kennedy sería cualquier cosa, pero no puede calificarsele en ningún caso ni de "comunista", ni de "socialista", ni de "amigo de los soviéticos".
Mucho más cuestionables son otras presidencias del periodo, como la de Johnson que resulto totalmente ruinosa, la de Nixon que fue corrupta y llena de mentiras o la de Carter que resultó ser absolutamente nefasta tanto desde el punto de vista de la gestión como desde la perspectiva de la política exterior (nunca lo suficientemente firme frente a Breznev, sin duda la peor amenaza soviética desde Stalin y también superior a todos los que le sucedieron).
b) De 1980 a 2008: Dominio Republicano
En 1980 se producirá un importante cambio en la política norteamericana. Se trata de la conocida como "Revolución Conservadora" del Partido Republicano. Esta transformación del Partido Republicano va claramente unida a un nombre propio: el de Ronald Reagan. Los efectos del cambio fueron incontestables: la conversión del Partido Republicano en el partido conservador de Estados Unidos, una preocupación de los republicanos por los valores originarios de la nación y un dominio político de casi 30 años. Veamoslo con un poco más de detalle.
En 1980 la situación de los Estados Unidos era crítica. Los efectos de la "crisis del petróleo" habían deprimido la economía norteamericana, habían demostrado que el inflacionismo keynesiano era totalmente incapaz de conseguir el pleno empleo y la gestión nefasta y ruinosa del presidente Jimmy Carter dejaron Estados Unidos al borde del colapso.
Frente a ello, en el Partido Republicano contaban con una figura en auge, Ronald Reagan, que había sido Gobernador de California entre 1967 y 1975. Reagan en sus inicios había sido miembro del Partido Demócrata, partido que abandonó oficialmente en 1962 ante la política a su juicio excesivamente "liberal" por parte de la Administración Kennedy y por conflictos con General Electric. En su juventud había sido admirador de Roosvelt y del "New Deal" pero en los años 50 empezó a apoyar a candidatos republicanos (Eisenhower en 1952 y 1956 y Nixon en 1960), apostando por un Gobierno Federal mucho más reducido. Firme anticomunista, defensor del libre mercado y cristiano, Reagan, el antiguo demócrata, se convirtió en el gran reformador republicano llevando a este partido a una de sus épocas de mayor gloria y éxito político.
¿Qué cambios reales supuso esta "Revolución Conservadora"? Reagan pretendía el retorno de su partido a los viejos valores que según él caracterizaron a los "Padres Fundadores": la preocupación por los asuntos internos, la defensa de la propiedad privada y el libre mercado, la reducción del papel del Gobierno Federal en la vida social y económica y la defensa de la libertad (tanto en su vertiente económica como política). Reagan consiguió de esta manera un nutrido y heterogéneo grupo de partidarios que iban desde libertarios hasta cristianos evangélicos fundamentalistas pasando por sectores muy extensos de la clase media norteamericana. Con Reagan el Partido Republicano se liberó de forma definitiva de sus tendencias más "hamiltonianas" en materia económica a la vez que abrazaba un importante conservadurismo social y moral. De este modo, en 1980 los republicanos, igual que habían hecho los demócratas en 1960, parecían romper finalmente con una larga tradición de enfrentamiento de los partidos en torno a las ideas de dos de los "Padres Fundadores": Alexander Hamilton y Thomas Jefferson. Y digo que parecían romper porque como luego veremos (y ya sobre las bases de las transformaciones de Kennedy y Reagan) esta dialéctica parece recuperarse a partir de 2008.
El éxito de Reagan respecto a Carter fue más que notable. Reagan obtuvo en 1980 cerca de 8'5 millones de votos más que Carter (un 50'7% frente a un 41%); ganó en 44 estados frente a 6 estados y el Distrito de Columbia en que ganó Carter; y obtuvo 489 electores frente a los 49 de su rival. El éxito de Reagan había sido desde luego incomparable.
Su política se centró en dos ámbitos muy concretos: en el ámbito interno llevó a cabo una serie de reformas y políticas de austeridad que permitieron que durante sus mandatos se creasen del orden de 20 millones de puestos de trabajo y se superase la crisis económica; mientras que en el ámbito internacional se convirtió en uno de los más firmes adversarios del comunismo y especialmente del soviético hasta el punto de que nadie libre de prejuicios puede negar que Reagan es una de las tres figuras clave en la derrota del comunismo soviético junto a Margaret Thatcher (primera ministra británica con unas políticas parecidas en bastantes aspectos a las de Reagan, aunque distintas en otros aspectos) y al papa Juan Pablo II.
El éxito de su gestión y de su "Revolución Conservadora" fue tan imponente que en 1984 renovó la confianza de los electores para un segundo mandato y lo hizo con unos datos impresionantes. Ese año, Reagan derrotó al candidato demócrata (Mondale) en la totalidad de estados con la excepción de Minnesota (estado natal del candidato demócrata en que éste ganó por un escasísimo margen) y el Distrito de Columbia. Además, Reagan obtuvo la victoria por unos 17 millones de votos de diferencia y casi 18 puntos porcentuales más que su rival. Reagan obtuvo 525 electores del Colegio Electoral frente a solamente 13 del demócrata (los 10 de Minnesota y los 3 del DC). Una de las mayores y más abultadas victorias electorales de la historia de las presidenciales norteamericanas, algo a tener en cuenta cada vez que algunos afirman que en Estados Unidos nadie quería a Reagan.
Tras la "Era Reagan" los republicanos han dominado la política americana hasta el año 2008. Entre 1988 y 2008, los demócratas han ocupado la Casa Blanca solamente durante los ocho años de la etapa de Clinton (entre 1992 y 2000), mientras que junto a los ocho años de presidencia de Reagan han habitado la Casa Blanca otros dos políticos republicanos (George Bush Sr. entre 1988 y 1992; y George Bush Jr., su hijo, entre 2000 y 2008 tras unas elecciones muy cuestionadas en el año 2000 en que se enfrentó al que fuese vicepresidente de Clinton, Al Gore). No obstante, las presidencias de ambos Bush han estado muy lejos de ser tan exitosas como la de Reagan, y la política americana se resintió por ello.
c) Del 2008 al 2012: De Obama a la confusión
En 2008, parece que las cosas vuelven a cambiar. La base social y electoral de los partidos (así como buena parte de su carga ideológica) parece mantener una cierta constancia desde los cambios que se operaron en la era Kennedy para los demócratas y en la era Reagan para los republicanos. No obstante, en 2008 se rompe el ciclo de hegemonía republicana en la Casa Blanca. Parte de la culpa la tienen los propios republicanos. Y es que la gestión interior de la Administración Bush resulto verdaderamente descabellada. La burbuja de las "hipotecas subprime" o "hipotecas basura" que tan bien le vino al gobierno de Bush para financiar sus operaciones bélicas en el exterior acabo degenerando en una crisis financiera y, por efecto de ésta, en una crisis para la "economía real" de los ciudadanos americanos con altos niveles de desempleo (al menos si los comparamos con las décadas anteriores) y una elevación en términos tanto absolutos como relativos de la deuda pública que ha afectado muy negativamente a la credibilidad económica norteamericana (y por contagio, y de forma si cabe más importante, de la europea).
La Administración Bush llegó a la Casa Blanca con dos promesas fundamentales: recuperar el pretendido "aislacionismo" histórico de los Estados Unidos en el ámbito internacional (algo que por otra parte nunca fue exactamente tal) tras las presidencias de su padre y de Clinton, ambas muy internacionales; y ofrecer una gestión económica austera y conservadora. Sin embargo, un terrible acontecimiento frustraría las intenciones iniciales de Bush y de sus principales asesores: el mayor ataque terrorista sufrido por los Estados Unidos y la mayor ofensiva sobre suelo americano desde Pearl Harbour en 1941, los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 ideados por Al Qaeda (literalmente, "La Base") y por su líder, el terrorista de origen saudí Osama Ben Laden. Esta masacre terrorista se llevó la vida de en torno a 4.000 ciudadanos norteamericanos y obligó a Bush a declarar lo que el llamó "la guerra contra el terrorismo". El culmen de esta guerra contra el terrorismo (cuya viabilidad por su propia naturaleza es escasa) son las dos guerras más importantes de las últimas décadas tanto por el número de bajas como por el coste económico: la Guerra de Afganistán iniciada en Noviembre de 2001 y la Guerra de Irak iniciada en la primavera de 2003. Su éxito en términos militares ha sido muy dudoso, el descrédito político de los Estados Unidos bastante elevado y el coste en vidas y en fondos de los contribuyentes absolutamente insostenible.
En este contexto, y teniendo que competir con un rival de escasa entidad (John McCain), los demócratas vuelven a la Casa Blanca con un nuevo presidente, Barack Hussein Obama. Obama triunfó electoralmente por varios motivos, algunos de los cuales podemos enunciar a continuación:
1) Uno de los principales motivos fue, como hemos dicho, el descrédito en que había caído el Partido Republicano tras los 8 años de presidencia de Bush. Con una gestión política y económica verdaderamente mejorable, los republicanos habían perdido sus dos enganches electorales fundamentales en términos de credibilidad: la confianza en que el Partido Republicano es un partido mucho más cercano a los intereses de los ciudadanos norteamericanos y mucho menos dados a "aventuras" internacionales; y la confianza en que los republicanos son mucho más austeros y contenidos con el presupuesto (especialmente el federal) que sale del bolsillo de los contribuyentes.
2) Obama es además un candidato de imagen. En un mundo donde la mediatización política es cada vez más importante, Obama presentaba una imagen muy del gusto de una parte importante del electorado. La posibilidad de que un candidato de raza negra (aunque en el fondo no es tal) ocupase por primera vez la Casa Blanca era algo ya presente en el imaginario colectivo a través del cine o las series de televisión, con lo que los ciudadanos americanos consideraban eso un avance al alcance de su mano.
3) Obama además contaba con una oratoria que, si bien vacía de buena parte de contenido real, resultaba agradable y emotiva para el ciudadano americano. Un discurso ciertamente populista, unido a una inconcreción real de los programas más allá de los guiños constantes a la izquierda radical, hizo que Obama ganase el voto de las minorías étnicas y religiosas a la vez que algunos ciudadanos de clase media veían en él a un auténtico heredero de la política roosveliana del "New Deal".
4) Tampoco debemos subestimar los importantes apoyos que Obama recibió de dos sectores clave en las campañas electorales y en los cuales superó ampliamente a su rival: el de las ayudas económicas de las principales industrias y empresas del país; y el apoyo mayoritario de los intelectuales, artistas y medios de comunicación americanos y extranjeros (es decir, el grupo de los "revendedores de ideas" de los que hablaba Hayek).
Todo ello (y otras cuestiones que por espacio no vamos a abordar) hicieron que Obama accediese a la Casa Blanca entre un clamor popular e "intelectual" (el clamor popular mucho más elevado, todo sea dicho, en Europa que en Estados Unidos). y que en 2008 los demócratas tuviesen no solamente la Casa Blanca sino también la mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado.
La política de Obama en estos cuatro años puede calificarse con el adjetivo de nefasta. Las guerras iniciadas durante la Administración Bush parecen lejos de acabar bien, y ponen en serio descrédito el inmerecido premio nobel de la paz que se concedió a Obama en 2009 cuando llevaba menos de un año en el cargo. La crisis económica en Estados Unidos está lejos de remitir: la deuda pública y el gasto lejos de contenerse se han disparado y el paro sigue en cotas elevadísimas. La retórica vacía de Obama se ha demostrado más vacía si cabe desde que es presidente. Su gran proyecto social, la reforma sanitaria, ha sido insuficiente para aquellos que la apoyaron y contraria a las libertades individuales para sus detractores, con lo que el descontento respecto de la misma no ha cesado de crecer.
Obama, sin duda, cumple los requisitos para convertirse en un OTP ("one term president", presidente de un solo mandato). En Noviembre, como es costumbre, se celebrarán elecciones presidenciales, se cambiará la composición de toda la Cámara de Representantes (controlada desde las elecciones de 2010 por los republicanos) y se renovará un tercio del Senado (única cámara en la que los demócratas siguen teniendo una cierta mayoría). Ni la muerte de Ben Laden ni las promesas sin contenido de Obama parecen ser suficiente ya para garantizar su reelección con lo que podrían ser unas elecciones muy disputadas frente al candidato republicano (aún no oficial, pero todo parece indicar que será Mitt Romney).
Para concluir este artículo (bastante más extenso de lo habitual) tenemos que hacer mención a un fenómeno recurrente de la política norteamericana. Decíamos que con las transformaciones de Kennedy y Reagan en los dos principales partidos todo parecía indicar que se había puesto fin a 200 años de historia en los que la dialéctica se realizaba con relación a la identificación con las ideas de dos de los "Padres Fundadores": Alexander Hamilton y Thomas Jefferson. A lo largo de nuestros tres artículos hemos hecho continuada mención a estas ideas, y a la percepción que se tenía de las mismas. Pues bien, respetando las transformaciones de los últimos 50 años en los dos principales partidos, esta dialéctica parece haberse recuperado. Así lo pone de manifiesto uno de los principales bloques de oposición al gobierno de Obama: el conocido como "Tea Party". Explicar en que consiste este curioso movimiento llevaría de por si un artículo propio, así que no vamos a hacerlo. Lo que si vamos a hacer es mencionar que este movimiento lleva a cabo su política y su actuación en torno a un principio fundamental: la recuperación de la política de los "Padres Fundadores" o más bien el modo en que ellos entienden que fue tal política. Para el "Tea Party" la idea de estos fundadores de la nación americana se vincula a una concepción muy particular que es la ligada a Thomas Jefferson, o al menos a lo que creen que son las ideas de Thomas Jefferson. El "Tea Party" se declara heredero de las ideas de los "Padres Fundadores" pero no comprenden, en buena medida debido a la mitología política creada a lo largo de generaciones y que tiene dudoso encaje con la realidad del periodo, que tal tradición es una auténtica tradición plural. Tan padre fundador fue Thomas Jefferson o James Madison como lo fueron Alexander Hamilton o John Adams. La idea "jeffersoniana" del "Tea Party" puede resumirse en una serie de máximas: la idea del aislacionismo internacional, la idea de la reducción del Gobierno Federal, y el carácter "sacrosanto" de lo que consideran son las libertades y derechos fundamentales del ciudadano americano. Desde luego no vamos a entrar aquí en si esas son verdaderamente las ideas jeffersonianas ni si éstas se correspondían o no con el ejercicio práctico de la presidencia de Jefferson (recordemos, entre 1800 y 1808). Lo que desde luego sí podemos afirmar con total rotundidad después de estos artículos es que en ningún caso esa es la única tradición de los "Padres Fundadores" puesto que frente a las ideas jeffersonianas (sean las que sean) existen al menos otras: las hamiltonianas.
BIBLIOGRAFÍA
Vamos a continuación a recomendar una serie de textos para poder completar algunas de las cuestiones mencionadas en estos artículos.
Sobre la historia política norteamericana existen muchos libros. Yo puedo recomendaros dos que he consultado en algún momento u otro. El primero de ellos es "Breve Historia de Estados Unidos" de Philip Jenkins en Alianza de bolsillo que por un precio modesto os ofrece en un formato cómodo una breve introducción a la historia de Estados Unidos en unas 400 páginas desde la colonización de América hasta la presidencia de Bush Jr. El segundo sería "Historia de los Estados Unidos, 1776-1945" de Aurora Bosch editado por Crítica y que incluye un tratamiento bastante más profundo del desarrollo político y democrático de Estados Unidos pero esta más limitado en el tiempo ya que cubre solamente desde los Padres Fundadores hasta la presidencia de Roosvelt (es decir, más o menos el ambito temporal de los dos primeros artículos) y tiene un precio ciertamente superior (aunque en ningún caso exagerado).
Respecto del concepto de "Cultura Política" recomendamos encarecidamente la lectura del capítulo que Mariano Torcal dedica a este asunto en el "Manual de Ciencia Política" coordinado por el fallecido profesor Rafael del Águila y publicado por la editorial Trotta. También puede ser útil la lectura del capítulo que a dicho concepto se dedica en otro libro con un contenido ligeramente diferente, en el "Manual de Ciencia Política" dirigido por Miquel Caminal Badía en la editorial Tecnos.
Con relación a los estudios mencionados en la primera parte del artículo pueden leerse los originales en español de los textos de Anthony Downs y del estudio de Lipset y Rokkan en el libro "Diez Textos Básicos de Ciencia Política" editado por Ariel.
Un estudio y análisis del fenómeno político y electoral atendiendo a las tres perspectivas que aquí hemos mencionado (la estructura social, las actitudes y valores políticos, y el contexto) puede encontrarse en otro libro editado por Ariel titulado "Comportamiento Político y Electoral" y cuyos autores son Eva Anduiza y Agustí Bosch.
El concepto de "democracia" de Anthony Downs, junto con otras visiones de ese concepto político fundamental a lo largo de la historia puede verse de forma escueta, sistemática y sencilla en el libro "Democracia" de Joaquin Abellán editado por Alianza en formato bolsillo.